28.12.05

Caricatura reial

La familia reial s'ha retratat al complet un any més per tal de felicitar el Nadal.

Però aquest any l'agenda els ha obligat a recorrer a la tecnologia digital per a obtenir una fotografia amb els reis i tots els seus nets junts.

Res més lluny de la realitat, una caricatura reial.

Adjunto opinió "Silencis sobre Juan Carlos" de Vicenç Partal escrita recentment a vilaweb amb motiu del 30è aniversari de la "restauraci�" que la fotografia en qüestió il·lustra perfectament un mes després:

Silencis sobre Juan Carlos
23/11/2005

Resultà sorprenent, ahir, la discreció amb què la casa reial espanyola va commemorar els trenta anys de la restauració. I també l'amabilitat amb què tractaren aquest silenci la gran majoria dels mitjans. Evidentment la raó de la discreció s'ha de cercar en l'origen del regnat de Juan Carlos, que no és sinó la voluntat de Franco. Però, si aquest és l'origen, també cal remarcar que una bona part de la legitimació d'aquesta monarquia es basa en una imatge de Juan Carlos que no es correspon necessàriament amb la realitat. I això explica el comportament de molts mitjans. L'origen polític de Juan Carlos és massa clar per a ser discutit. Però, una volta acceptat que no hi hauria república, la immensa majoria de la classe política i dels mitjans espanyols decidiren de participar entusiàsticament en el disseny d'una imatge de Juan Carlos, que l'havia de legitimar políticament, que en destaca sempre unes hipotètiques qualitats personals, no polítiques: és senzill, amable, s'interessa per la gent, despreocupat per allò que no siga el benestar col·lectiu, bla, bla, bla. Amb el pas dels anys (trenta anys són molts anys), han començat a fer-s'hi esquerdes, en aquesta imatge ideal (hi insistesc, fabricada a consciència). I ara ja hi ha mites juancarlistes que no s'aguanten. La seua vida privada o el món de negocis turbulents que l'acompanya i que ha portat alguns dels seus gestors econòmics a la presó, per exemple: és 'vox populi', i més que això, que el seu comportament no és exemplar en aquests terrenys. Però, malgrat això, com vàrem veure ahir, encara costa, els costa, a la classe política i als mitjans tradicionals, d'explicar sense embuts la mena de personatge que porta la corona. Costa massa. Com ho demostra el silenci respectuós (mesell seria més adequat) davant un Juan Carlos que jura els principis del moviment feixista o apareix al costat de Franco a les manifestacions en favor de la pena de mort. En això, en aquest punt, han canviat ben poques coses: probablement perquè un dia haurem de demanar comptes de l'engany, no pas a Juan Carlos, sinó als qui se l'han inventat. Als qui han inventat aquesta imatge, aquesta caricatura, que oficialment és rei d'Espanya.
Vicent Partal director@vilaweb.com

20.12.05

Soy catalán

Estreno aquest blog amb un escrit atribuit a Andreu Buenafuente (no n'he pogut verificar la font), un perfecte exemple de comentari raonable:



Yo soy catalán sí y sólo espero que las cosas vayan bien en todos los aspectos de la vida. Sólo espero (sigo haciéndolo cada día) que el ser humano o lo que queda de él, trabaje por un mundo mejor. Más justo, menos competitivo y excluyente con los que no tuvieron la suerte de nacer en un punto llamémosle rico del planeta.
Para desear lo que acabo de decir, uno puede ser catalán, gallego, croata, venezolano o de ninguna parte. Hay gente que no se siente de ninguna parte. Hoy, he empezado denominándome catalán a causa del enorme e incompresible chaparrón político que se ha desatado sobre nuestras cabezas, cómo si no hubiera temas importantes. Con motivo de la ya famosa propuesta del Estatut (que nadie ha leído), se ha recrudecido y hasta envenenado el eterno debate sobre nuestros DNI, los supuestos sentimientos de patriotismo y ese tipo de cosas que no nos importan a la gente de la calle. Dado que ésta es una sociedad mediática apabullante, los presuntos periodistas y sus grupos ejercen de jueces en lugar de informadores. Predisponen en lugar de servir las noticias. Así es como se oscurece el clima y se cambian la palabra "debate", por "crisis" o "debacle nacional".
La derecha se apunta al carro de la crispación y demuestra que no sabe vivir en la oposición. No tiene ideología. Sólo pretende recuperar el control del "chiringito". Y, para eso, cuanto más grande e incuestionable sea el "chiringuito" nacional pues mejor. A la derecha, le trae al fresco la modernidad y la evolución del estado. Si pudiera, ni se hablaría de eso. Como si callar, eliminara el problema. Los políticos, en general, enfocan los temas con torpeza, se les escapan de las manos y generan la inquietante sensación de que "tenemos un problema". Bueno, pues yo no tengo ni quiero tener problemas de este tipo. Yo exijo que el estado aplique todos sus mecanismos legales y reguladores para eliminar el conflicto de nuestra vida cotidiana. Somos libres. Nos gestionamos así y el miedo, el oscurantismo y los apocalípticos deberían estar prohibidos. Porque no es sano, ni moderno, ni democrático. Todos aquellos, los que sean, que aviven el fuego de la controversia, deberían verse en un espejo y contemplar sus aspectos de hechiceros de la tribu.
Si Catalunya quiere un nuevo estatuto, ¿qué vamos a hacer? Pues lo que dice la ley. Esperar a que el Parlamento español se pronuncie y considerar todas las declaraciones vertidas durante el proceso como un elemento más del juego democrático. De nada sirve juzgarlas por separado. De nada ensalzar a los radicales, ni demonizar a los que discrepan, ni ridiculizar al gobierno. Bueno, sí. Sirve para cargarse al estado. Aquí, donde yo vivo, nadie quiere ofender a nadie. Nadie quiere enfrentamientos porque las heridas del pasado son demasiado dolorosas como para desear reabrirlas. ¿Unidad Nacional? Estaremos unidos si respetamos nuestras diferencias e identidades, conservadas con esfuerzo y alguna tragedia a través de los siglos. Si nos sentamos en una mesa a construir la España del siglo XXI, conseguiremos erradicar esa sensación de pantano agrietado que amenaza con llevarse por delante tantos años de poso común.
Los tiempos cambian y los pueblos que conforman el Estado español son más listos, avanzados y orgullosos. ¿Que hay de malo en eso? El orgullo sumado nos hará más fuertes. Nos plantará ante Europa como un pulpo de tentáculos rápidos y musculosos y no como un cangrejo con boina que camina hacia atrás y no ve el progresos aunque lo tenga delante de sus narices. Soy catalán. Mis padres emigraron desde Andalucía tras una guerra fraticida. Mi jefe es italiano y vive en Madrid. Uno de mis mejores amigos es de Chamberí. Su hija nació en China. Mis parientes se reparten por Valencia, Murcia y Galícia. Mi compañera de trabajo nació en New York. Toda esa gente, ahora y aquí, pedimos políticos a la altura de las circunstancias que negocien nuestro futuro con sentido común y profesionalidad.

Andreu Buenafuente.
Noviembre 2005.